martes, 5 de diciembre de 2023

NEW ORLEANS

Estuvimos días enteros armando tabaco. No teníamos otra cosa que hacer. La lluvia sucia entraba por los poros del monoambiente de Marcos. El hijo de puta tenía todavía una tonelada de mis libros. Decía que había estado internado innumerables veces y que había escrito novelas irreales en cada una de sus internaciones. Según él los antipsicóticos le daban el "vuelo" suficiente para escribir como los dioses. Yo no había leído absolutamente nada de él. A veces me preguntaba si realmente no estaba muerto.
- La gente enamorada es peligrosa, Andrés.
Yo seguía armando tabaco. Habíamos pasado dos días sin hablar. Marcos era otro mito falso.
- No vomitan, se compran cepillos de dientes y autos familiares. Se olvidan de la muerte.
Dentro del único armario estaba mi guitarra. Sin cuerdas. La agarré, la sostuve un rato largo por el cuello. Tenía marcas de lápiz labial y sueños rotos. La tiré fuertemente boca abajo como si fuese el pasado entero.
Los monólogos de Marcos se escuchaban lejanos. Se suponía que debería estar escuchando. Tenía ganas de estrangularlo amablemente. El secreto de un asesinato es la sinceridad.
Levanté el teléfono y llamé a Ana. Nadie respondía. Colgué. Había recuperado su libro de Kerouac. Me dolía hasta el fondo de mis ojos. Me los cubrí fuertemente con ambas manos. Toda mi vida me había sentido atrapado en una vieja película.
- Somos contratiempos, constantemente modificados por nuestros propios pensamientos.
- Ya tengo el libro Marcos, me voy.
- ¿La vas a ver?
No respondí.
- Sos un tipo antiguo.
- Lo sé – mentí.
Salí desde el edificio y me encaminé derecho por cualquier avenida parecida a Paseo Colón. Era un día exageradamente espeso. Inexact
amente entre el puente de la mujer y el puerto una anciana vendía cruces de plástico. La evité y caminé hasta cruzarme con el Río De La Plata.
Abrí la primera página del libro escrita con un marcador rojo – antes de morir me quiero ahogar -. Cerré el libro y lo tiré gentilmente hacía el río.
Mis ojos se mojaron hasta convertirse en un desvío. El sonido de la lluvia era perfecto.

 

Alejandro Caputi 2009


EL LOCO DE LA COLINA

cuando tenía 14 años

mi viejo me enganchó escuchando

“the fool on the hill”

en un estéreo chiquito

que habíamos comprado juntos

en un musimundo

 

se me acercó y me dijo

que escuche la letra con atención

que era importante

que iba a aprender algo,

en ese momento era rebelde con él,

me gustaban más Harrison y Lennon;

McCartney estaba bien,

eso era todo

así como el comentario de mi viejo

 

hace unos días nos llamamos con mi viejo,

hace 4 años que no vuelvo a mi país,

me contó que allá todo estaba muy mal

y mientras lo escuchaba me di cuenta

que estaba tristemente enfermo,

la conversación siguió

y nos vi en ese musimundo

en el año 2000

eligiendo ese estéro chiquitito

donde iba a pasar todos mis discos de adolescencia

 

mi viejo estaba contento

porque sabia lo que iba a pasar,

sabía exacta

e irremediablemente

todo

lo que iba a pasar

 

Alejandro Caputi 2023

NEW ORLEANS

Estuvimos días enteros armando tabaco. No teníamos otra cosa que hacer. La lluvia sucia entraba por los poros del monoambiente de Marcos. El...